La Paz, marzo de 2020
Luis Flores Vásquez / Periodista y músico
La pandemia del coronavirus ha llegado a Bolivia y en un par de días nos ha mostrado la podredumbre de nuestro actuar. Gente comprando innecesariamente alcohol en gel, barbijos; especulando; escondiendo productos; bloqueando las calles, evitando que un enfermo reciba atención; lanzando la primera piedra en las redes sociales, que “la enferma vive aquí”, que “vino sabiendo que estaba contagiada”, que “vieja de tal”; farmacéuticos golpeando a niños y adultos mayores… ¿Hace falta escribir algo más?
Si una persona compra 30 barbijos y 30 paquetes de alcohol en gel, lo hace en desmedro de otras 29 que no tendrán esos artículos básicos para una protección mínima ante el virus. Lo que esa persona no entiende es que con su proceder ha creado 29 amenazas contra él mismo.
Si una junta de vecinos, federación, asociación de enfermeros o médicos u otros se opone al traslado e ingreso de un paciente a tal o cual hospital, solo se explica con miopía. ¿No es mejor que se trate en un nosocomio al enfermo y así se evite más contagios, más peligro?
El egoísmo, la indolencia, la agresión, el miedo… el miedo. Esos parecen ser más peligrosos que el propio virus. Aunque existe otra terrible amenaza y no menos dañina: la desinformación.
Las fake news (noticias falsas) terminarán por causar la tercera guerra mundial. “Dice que el coronavirus no aguanta el calor”, “Tienes que frotarte con alcohol tu cuerpo”, “yo escuché que si tomas full limón y ajo no te enfermas”. Si crees que compartiendo ese material ayudas, no puedes estar más trágicamente equivocado y perdido en este mundo tecnológico.
En los primeros años de la proyección de imágenes en movimiento, la gente tenía miedo cuando se veía un tren en la pantalla grande, por temor a ser atropellados. En los primeros años de la radio, la gente creía todo lo que se decía en ella, invasión extraterrestre incluida.
Por tanto, es natural que en los primeros años del uso de las redes sociales, de las nuevas tecnologías, no las entendamos, nos generen miedo y no podamos con ellas. Es de suma importancia educarnos en el uso de las redes, reconocer qué fuentes son fiables y cuáles no, más aún con temas de salud como el coronavirus.
Es vital informarnos y conocer la tasa de mortalidad (2%, en este caso), los grupos vulnerables, los cuidados mínimos. Leer información oficial de la OMS, OPS, medios de comunicación responsables. Así estaremos más tranquilos o menos aterrados.
Con todo, no estamos solo frente a un virus, sino al egoísmo, a la indolencia, a la desinformación… Son varios los males que nos acechan y varias las soluciones: ayuda colectiva, búsqueda de información fiable, no compartir contenidos irrelevantes en las redes… empecemos con el lavado de manos y la empatía.
Luis Flores Vásquez es periodista.