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Opinión

Las nuevas apuestas del ANTI-MASISMO

La Paz, 14 de septiembre de 2021

Por: Gabriel Villalba Pérez / Abogado y analista político.

La XI Marcha Indígena sin pliego petitorio articulada por la Gobernación de Luis Fernando Camacho, la amplia magnificación mediática del caso Añez y la distorsión de los derechos humanos desde la defensa a los grupos armados irregulares que sembraron el terror el 2019; son algunas de las nuevas “banderas de lucha” mediante las cuales la oposición política al Movimiento Al Socialismo intenta rearticularse desde un aparente campo democrático. Otras señales políticas como el caso Barrientos, de público conocimiento, evidencian que la fuerza opositora más importante del país, autoproclamada democrática y ciudadana, no deja de ser autoritaria al interior de su engranaje; el resultado, Barrientos dejó de ser la Jefa de Bancada de Comunidad Ciudadana en el Senado.   

Las fuerzas anti-MAS son especialistas en instrumentalizar cualquier reivindicación real o ficticia en su beneficio, de lo contrario fabricarán el conflicto; tal como lo están haciendo desde el polo regional más fuerte en su construcción discursiva anti-masista, Santa Cruz de la Sierra. De golpear campesinos y mujeres de pollera el 2008, de ser la punta de lanza para los acontecimientos del Golpe Cívico Prefectural de la misma época, del paro de los 21 días con amedrentamientos violentos vía la Unión Juvenil Cruceñista en barrios populares de la ciudad y provincias del departamento oriental, de la quema de instituciones públicas, del tribunal electoral, de vandalizar las casas de campaña del MAS, de sembrar el terror con su violencia fascista, de generar la dicotomía collas vs cambas; pasaron a patrocinar la XI Marcha Indígena. Presentan el conflicto como democrático mientras preparan el camino para su transformación violenta, posterior construcción discursiva y nueva cohesión departamental justificada artificialmente contra el gobierno central. 

La magnificación mediática del caso Añez se articula en toda una estrategia de los medios hegemónicos de comunicación para reeditar la denominada “revolución pitita”; nacida y gestionada desde el ámbito comunicacional más que del ámbito político. Los mismos medios que avalaron y naturalizaron la violencia previa a la autoproclamación de la ex mandataria de facto, son los mismos que blindaron todo su accionar criminal durante los once meses de desgobierno. Y los mismos medios que hoy se aglutinan en una consigna frontal: “Todo contra el MAS”. El respaldo internacional de los mismos actores que gestaron el Golpe de Estado, OEA y eurodiputados de extrema derecha, estarán a la orden del día iniciando con la postulación de Añez al premio Andrei Sájarov, en la misma lógica de desempolvar el pitismo y cohesionar el anti-masismo.

La distorsión de la lógica de protección de los derechos humanos por parte de algunas instituciones como la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Amparo Carvajal toca fondo con su calificación de un grupo armado irregular, Resistencia Juvenil Cochala, como “resistencia necesaria”. Su silencio cómplice sobre las masacres de Sacaba y Senkata llegó al punto de incluso, antes del Informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes – GIEI, negar la verdad fáctica de esos acontecimientos; adoptando las hipótesis del gobierno de Añez de: “Se mataron entre ellos” o “querían hacer volar la planta de gas”. Estas instancias defensoras de los opresores y negacionistas de la violación de los derechos humanos fundamentales durante el régimen de Añez se articulan como un partido político opositor mas.

Todas estas manifestaciones encuentran su coincidencia en la forma totalitaria de hacer política, en un solo bloque anti-masista que no puede ni debe tener discrepancias, peor aún afinidad con la gestión del MAS. Este mantra que rige su pensamiento unidireccional y antidemocrático se ejemplifica con el caso Andrea Barrientos. Pero lo verdaderamente preocupante es que su receta nunca fue la vía democrática, más al contrario, añoran las formas violentas de confrontación con el nivel central de gobierno. Receta mediante la cual Añez llegó al poder, dejando de lado la democracia y adoptando la violencia fascista. 

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