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Opinión

Wiphala símbolo de la rebeldía del Abya Yala

La Paz, 28 de septiembre de 2021

Por: Gabriel Villalba Pérez / Abogado y analista político

Una de las más importantes conquistas sociales de la historia política contemporánea de Bolivia fue la promulgación de la Nueva Constitución Política del Estado el 7 de febrero de 2009, previo referéndum de aprobación con el 69,18% de los votos válidos el 25 de enero de 2009. Esta actual Constitución como documento de vanguardia en la concepción de un nuevo Estado Plurinacional Social, Democrático y Constitucional de Derecho establece en su artículo 6, parágrafo II de manera textual lo siguiente: “Los símbolos del Estado son la bandera tricolor rojo, amarillo y verde; el himno boliviano; el escudo de armas; la wiphala; la escarapela; la flor de la kantuta y la flor del patujú.”  

En un ejercicio de reminiscencia cercana de la historia política de nuestro país se tiene presente a la wiphala a lo largo de todos los acontecimientos de acumulación revolucionaria histórica hasta la promulgación de la nueva Constitución Política del Estado. Presente en la Marcha por la Vida realizada desde 21 al 28 de agosto de 1986; la wiphala fue un símbolo de rebelión contra el sistema neoliberal imperante en el país durante los 90`s y años 2000; durante la Guerra del Agua, año 2000, en Cochabamba contra la privatización del agua, la wiphala flameó como estandarte de rebelión; en la Guerra del Gas del 2003 esta bandera encabezó las protestas que salvaguardarían nuestras reservas gasíferas y depondrían al último presidente neoliberal de esa época, Gonzalo Sánchez de Lozada.  

Mucho se ha tratado de teorizar en torno al origen de la wiphala; la tesis más coherente indica que la wiphala no es más que la codificación del arcoíris, espectro solar de refracción y reflexión de luz, sagrado para todas las culturas del Abya Yala. Lo cierto es que desde 1492 se nos ha impuesto un nombre continental, una referencia en el mapa mundo del colonialismo global, como Hispanoamérica. Pero este continente unificado y no dividido ya tenía un nombre antes de que los colonos portugueses, ingleses y españoles pensaran su denominación. En este continente ya se identificaba el arcoíris como símbolo de los pueblos originarios tanto de tierras altas como tierras bajas.

El agravio a este arcoíris sagrado codificado y representado por la wiphala en todo momento histórico trajo consigo una reacción en cadena de proporciones incalculables. El año 2019, durante el Golpe de Estado, la quema y agravio de este símbolo patrio provocó el inicio del fin del régimen. Las fracciones del golpismo disgregadas regionalmente equivocan el camino de batalla simbólica agraviando la wiphala en esa falsa dicotomía inventada: wiphala vs bandera tricolor. El Estado Plurinacional no es un ente homogéneo de una sola bandera, un solo idioma, una sola cosmovisión, un solo territorio. La plurinacionalidad se entiende por y desde la diversidad cultural y cultura de paz a través de los consensos. No desde la intolerancia, racismo, discriminación, negación de uno o varios símbolos patrios; apología de lo colonial y republicano por sobre las construcciones pos neoliberales y plurinacionales. Entender la heterogeneidad por sobre la obsoleta homogeneidad es el principio para respetar los valores culturales pre coloniales, modernos y posmodernos desde el respeto y la deposición de actitudes que se circunscriben al fascismo más puro y duro de violencia e ignorancia.  

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