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La Paz, BO
19, septiembre, 2024
Cultura

Campanas perviven como medio de comunicación en el pueblo tacana

J. Marcelo Mamani C.

Mientras todos salen de sus casas rumbo a la plaza principal, a lo lejos se puede escuchar el repiqueteo de las campanas de la iglesia llamando a todo aquel que se encuentre por la zona. Hombre, mujeres, niños, jóvenes y hasta ancianos corren contentos al centro de la plaza sin mirar atrás al escuchar el sonido de lo que ellos aseguran es el inicio de la fiesta. Las campanadas los convocan, los llaman, los unen.

Al emprender una larga caminata, observo a lo lejos la silueta de un hombre mayor al que decido acompañar y preguntarle ¿por qué todos corren al centro del pueblo al escuchar el sonido de la campana? Sin mirarme, sigue caminando y me dice: “Ya empezó la fiesta. Ese sonido de la campana significa que la fiesta ya comenzó. Es rápida y alegre. Son repiques seguidos. Todos los que somos de este lado conocemos la diferencia entre los repiques de la campana y para qué suenan”.

Mi intriga es más grande y no conforme con la respuesta, le pregunto por los otros golpes de campana. Sin pérdida de tiempo me explica que en el pueblo se pueden diferenciar varios sonidos en ella. La primera, la que se escucha en todo el pueblo, significa el comienzo de la fiesta de acuerdo a la fecha en la que se encuentren; la segunda es el llamado a reuniones, es más lenta y solo tiene tres repiques; al finalizar la tercera campanada todo el pueblo debe estar ya reunido. Para los duelos, las campanadas son más lentas y tristes, generalmente se toca una cada minuto anunciando que una persona falleció. La última, la cuarta, es la que se toca para emergencias; es más rápida y seguida, para que todo el pueblo se apresure en llegar y ayudar en lo que se pueda, termina de explicarme el anciano. Más tarde, el mismo día, me enteré de que quien me había explicado todo esto era Ayzar Terrazas, profesor de lengua tacana de una de las escuelas que se encuentran en esa población.

EL HOMBRE «CORREO»

Al llegar al lugar donde se llevaba a cabo la fiesta, pude observar una gran cantidad de personas reunidas en la puerta de la iglesia, riendo a carcajadas, con pintura de colores en su ropa. Me acerqué y distinguí a un hombre con el torso desnudo, descalzo y pintado de negro desde el rostro hasta los pies.

Me situé al frente de la multitud para poder tener una mejor vista. Al lado mío se encontraba una dama que reía con una lectura que realizaban al mismo tiempo que el hombre de negro se encontraba sentado descansando.

Sin dudarlo le pregunté cuál es el significado de ese personaje que al parecer llegó cargando una maleta de corteza de árboles en la espalda. Ella, terminando de escuchar lo que decía la lectura y sacando una carcajada, finalmente me lo respondió: “Es el correo. Era una forma de comunicación de los años 70 (del siglo pasaso), traía las cartas y las entregaba en el camino, de acuerdo con su recorrido. Salía de Apolo, llegaba a San José de Uchupiamonas, pasaba por acá (Tumupasa) y finalizaba en Ixiamas”, en medio de risas. Pero, ¿por qué estaba pintado de negro?

Me dice que viste así porque representa a un hombre negro, quien era el encargado del hacer llegar el correo en esos años. Según dicen, se conocía el camino de memoria y al llegar a cada pueblo le daban comida o un lugar donde descansar.

Después de la explicación que recibí y antes de seguir con mi recorrido por el pueblo le pregunté su nombre: Neyde Cartagena, me dijo, quien hace un tiempo fue representante del pueblo tacana.

EL USO DEL «PUIQUEO»

Ya afueras de ese encantador lugar, un grupo de hombres llamó mi atención. Todos con sus escopetas y “boleando” coca se preparaban para ir a cazar monte adentro. A modo de descansar, me puse cerca de ellos, quienes en tono de burla compartían sus experiencias que tuvieron a la luz de la luna, cazando.

Entre ellos pude reconocer a don Lucio Beyuma, un comunario con quien tiempo atrás tuve la oportunidad de conversar sobre cómo se comunican cuando van a cazar. En esa ocasión sostuvimos una charla larga en su casa, acompañado de una chicha de yuca, que tras unos vasos me comenzó a girar la cabeza. Con voz segura y alta me contó que cuando van a cazar siempre van en grupos de dos personas, ya que la selva te puede jugar una mala pasada y tiende a «hacerte perder». Me explicó que en esas ocasiones los cazadores suelen usar el «puiqueo», un sistema de comunicación que ayuda a mantenerlos conectados y es clave cuando una persona se pierde, por ejemplo, pues esta especie de silvido que replica el aullido de un mono araña o un marimono, puede escucharse hasta a 200 metros. Los cazadores veteranos transmiten aún esta técnica a sus jóvenes acompañantes, sus hijos.

Sin duda alguna tener esta experiencia me ha demostrado que el paso del tiempo y la llegada de la tecnología no han logrado borrar muchas costumbres en Tumupasa, cuna de la cultura tacana; que hay personas que continúan luchando por mantener y transmitir los usos y costumbre de su pueblo.

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